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¿Efectivo o dinero digital?

Por: Víctor De La Hoz

En un mundo cada vez más conectado y digitalizado, la forma en que manejamos nuestro dinero se ha transformado radicalmente. La pregunta sobre si es mejor guardar el dinero en efectivo o tenerlo en una cuenta de una aplicación de banco o billetera digital se ha vuelto recurrente. La respuesta no es única, ya que ambos métodos tienen ventajas y desventajas significativas que dependen de las necesidades y el estilo de vida de cada persona.

En el contexto colombiano reciente, la balanza del debate se ha visto fuertemente influenciada por las reiteradas y masivas fallas tecnológicas experimentadas por las principales entidades bancarias y billeteras digitales, incluyendo gigantes como Bancolombia, Nequi y Davivienda. Estos incidentes han puesto en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura digital y han encendido las alarmas sobre la excesiva dependencia de estas plataformas.

La elección entre tener el dinero en efectivo o en una cuenta de aplicación bancaria es un reflejo del pulso entre tradición y modernidad. El efectivo, el método tradicional, ofrece una garantía de uso irremplazable: su aceptación es universal y su acceso es instantáneo, sin depender de tecnología, batería o conectividad. Esta autonomía lo convierte en el “plan B” fundamental, una herramienta indispensable para controlar el gasto diario y asegurar transacciones básicas cuando la infraestructura digital colapsa. Sin embargo, su principal desventaja es la vulnerabilidad física, ya que el riesgo de pérdida o robo conlleva una pérdida total e irrecuperable de los fondos.

Por otro lado, las cuentas manejadas a través de aplicaciones bancarias y billeteras digitales representan la conveniencia y la seguridad moderna. Su mayor fortaleza radica en la seguridad del dinero contra el robo físico y en las herramientas de control financiero detallado, que registran y categorizan automáticamente cada movimiento, facilitando el ahorro y la presupuestación. Además, estas plataformas son ideales para las compras en línea, los pagos recurrentes y la gestión de grandes sumas, ofreciendo a veces una ligera rentabilidad. No obstante, en Colombia, este modelo ha mostrado una fragilidad crítica debido a las recientes y masivas fallas tecnológicas.

Las caídas recurrentes de las principales entidades bancarias y billeteras digitales, a menudo causadas por problemas en sus propios centros de datos o por fallos en servicios externos como la nube (AWS), han dejado a millones de usuarios sin acceso a sus fondos, cajeros automáticos o tarjetas, incluso por periodos prolongados. Esta inestabilidad subraya la dependencia tecnológica como la mayor debilidad de las cuentas digitales.

En conclusión, la estrategia financiera más inteligente en el contexto colombiano es la diversificación y la resiliencia. Se recomienda utilizar la cuenta digital para mantener la mayor parte del capital y aprovechar sus herramientas de control y seguridad virtual, pero siempre mantener una cantidad de efectivo esencial que sirva como “colchón” para afrontar las emergencias y garantizar pagos en aquellos momentos críticos en que la infraestructura digital se encuentre inoperable. El dinero digital es la vía de la modernidad y la organización, pero el efectivo sigue siendo la póliza de seguro indispensable ante la imprevisibilidad del sistema.

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