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El síndrome del impostor: ¿qué es y por qué afecta incluso a personas exitosas?

Por: Víctor De La Hoz

El éxito suele asociarse con seguridad, reconocimiento y confianza en uno mismo. Sin embargo, para muchas personas ocurre lo contrario: cuanto más logran, más dudan de sus capacidades. Este fenómeno es conocido como síndrome del impostor, un patrón psicológico en el que individuos competentes e incluso brillantes sienten que no merecen sus logros, temiendo ser descubiertos como “fraudes”.

El término fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, quienes estudiaron cómo mujeres altamente calificadas atribuían su éxito a la suerte, a factores externos o al esfuerzo excesivo, nunca a su verdadera capacidad. Con el tiempo, la investigación demostró que no se trata de una cuestión de género ni de nivel educativo: el síndrome del impostor puede afectar a cualquier persona, desde estudiantes hasta grandes líderes, artistas, deportistas o ejecutivos reconocidos.

Quienes lo experimentan suelen tener pensamientos como: No estoy preparado”, “engañé a todos para llegar aquí”, “en cualquier momento descubrirán que no sé lo que hago”. Esta autopercepción genera un círculo vicioso: aunque reciban elogios o reconocimientos, interpretan los logros como fruto del azar o de factores externos. Así, se esfuerzan cada vez más para “compensar” su supuesta incompetencia, aumentando la ansiedad y la autoexigencia.

¿Por qué afecta a personas exitosas?

Paradójicamente, el síndrome del impostor tiende a manifestarse con más fuerza en personas que alcanzan altos estándares. El motivo es que el éxito abre nuevas exigencias y escenarios desconocidos, lo que puede disparar la inseguridad. Además, la comparación constante con colegas o referentes, la presión social por “estar a la altura” y el miedo a defraudar a otros intensifican este sentimiento. En un mundo donde se valora la perfección y el rendimiento constante, muchos profesionales exitosos sienten que nunca hacen lo suficiente, sin importar los resultados obtenidos.

También en la vida universitaria

El síndrome del impostor no se limita al ámbito laboral o profesional; también es muy frecuente en la vida universitaria. Muchos estudiantes, incluso aquellos con buenas calificaciones o reconocimientos académicos, sienten que no merecen estar en la carrera o que sus logros se deben a la suerte o a favores del destino. La presión de cumplir con estándares altos, la comparación constante con compañeros y el miedo a no estar a la altura de las expectativas de profesores o familiares refuerzan esa inseguridad. Así, la etapa universitaria, que debería ser un espacio de crecimiento y aprendizaje, a menudo se convierte en un terreno fértil para las dudas y la autocrítica desmedida.

El impacto en la vida personal y profesional

El síndrome del impostor no es solo un malestar pasajero. Puede afectar la salud mental, favoreciendo la ansiedad, el estrés crónico y la baja autoestima. También limita el crecimiento profesional, ya que quienes lo padecen tienden a evitar nuevos retos o puestos de liderazgo por temor a no estar preparados. De esta manera, el talento se oculta detrás de un velo de inseguridad.

¿Cómo enfrentarlo?

Aunque no existe una “cura” definitiva, es posible aprender a reconocer y gestionar estas sensaciones. La clave está en normalizar el error como parte del aprendizaje, aceptar los logros como fruto de las propias capacidades y apoyarse en redes de confianza que refuercen una visión más realista. También puede ser útil el acompañamiento terapéutico, especialmente en casos en que el síndrome impacta de manera significativa en la vida diaria.

En definitiva, el síndrome del impostor nos recuerda que el éxito externo no siempre garantiza paz interna. Comprender este fenómeno es un paso esencial para dejar de medir el propio valor a través de estándares imposibles y empezar a reconocer, con humildad y sin miedo, el mérito genuino de nuestras capacidades.

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